18 ago 2008

El Pobre Niño


El niño transpiraba de tan difícil que era la prueba, pero después de cerca de una hora y media la terminó. Estaba un poco bajoneado porque sabía que no le fue muy bien, digamos que le fue mal, pero ya pasó y ahora se iba a descansar. Tomó sus lápices, sus cuadernos y los echó a su mochila un tanto vieja por los años de uso. Esa mochila le había pertenecido a su hermano mayor hace 7 años atrás. Y la usaba en memoria a el, ya que cuando iba camino a la universidad lo atropellaron y falleció. Ese día el niño salía temprano del colegio, por ende tomó sus cosas y se fue. Salió del colegio y hacía mucho frío, estaba por llover. El solo llevaba un chaleco en su cuerpo y una bufanda que le había echo su abuelita cuando era chico. Caminó hasta el paradero del transporte que lo llevaba todos los días a su casa. Tomó la micro de inmediato; era un camino largo para llegar. Después de una hora de viaje aproximadamente se bajó de la micro, con la mala suerte que justo se puso a llover. Se echó la mochila a la espalda y comenzó a caminar por el largo caminillo de tierra que lo guiaba a su casa. Su pelo se mojaba cada ves más, al respirar su garganta se le helaba por completo, su nariz no la sentía por el frío, sus manos estaban de color morado, su chaleco viejo estaba todo empapado, sus pies estaban húmedos ya que los zapatos estaban rotos. El pobre niño sabía que mañana no podría ir al colegio, porque su única ropa no se alcanzará a secar para mañana, sumado a que el camino de tierra estará lleno de barro. Para entretenerse en el camino, el niño contaba los pasos que daba e iba saltando los posos de agua que se habían formado. A pesar de todo lo malo que en ese momento estaba viviendo, el estaba feliz porque sabía que cuando llegara a su casa lo estaría esperando su querida madre. Era una mujer hermosa, que siempre usaba delantal azul y su pelo amarrado con un moño muy apretado, su piel era lisa y blanca, su nariz respingada y unos ojos de color verde, era preciosa. El niño llevaba 2810 pasos hasta que llegó a su casa, por fuera se notaba que la madre había cortado leña para la chimenea. El niño abre la puerta, se saca los zapatos rotos y mojados y los deja cerca del fuego, lo mismo hace después con su ropa. Pero el notaba algo raro en su casa, estaba muy callada entonces decide llamar a la mamá: ¡¿mamá?! ¡¿Dónde estás?! , pero no recibía respuesta. El niño busca por todos lados, su pieza, la pieza de su madre, el baño, el comedor… pero no encontraba nada. Cuando fue a revisar la cocina se encontró con una impactante imagen de su madre colgada del techo de la casa… su madre se había suicidado. El niño, con cara pálida y sus ojos puestos en la cara de su madre, no aguantó el llanto y lo izo por un largo tiempo. De repente vio una carta sobre la mesa, la toma, la abre y lee: “…Hijo querido, perdóname por hacer esto, ya sabrás las razones. Por favor perdóname. Te quiero mucho… tu madre.”. El niño cerró la carta, se sentó en el suelo y permaneció así por el resto de su vida.