2 oct 2017

La ínfima esperanza

Él lo supo desde que vio la cara con la que lo miró. Estaba consciente de que algo pasaba y no se equivocó. De un momento a otro la luz brillante de su sonrisa se convirtió en un mar de dudas, tempestades y oscuridad. Sólo comparado con los más grandes desastres naturales de la historia, obviamente propios de otra dimensión. 

Dentro del profundo silencio de su alma, nacieron ruidos espantosos y dolores físicos que lo hicieron colocarse como un bebé. Acostado sobre su cama recibía las noticias más tristes de su corta, pero intensa vida. Un sentimiento terrible, sin vuelta atrás, había comenzado. Lo que hace un par de horas eran planes y actividades a realizar, se convirtieron en utopía difícilmente posible de plasmar. El pobre acaba de entrar en un balde de angustias y tristezas que lo dejarán mal por mucho tiempo, eso todos lo saben y se darán cuenta. 

Dar un paso al costado no es fácil, requiere valentía y determinación. Mil millones de experiencias que él no quería callar, pero tendrá que cerrar los ojos, respirar profundo y esperar a que cada músculo de su cuerpo se relaje hasta llegar a un punto donde se sienta tranquilo. Está consciente de que será un camino difícil y largo, pero está convencido de que los planetas de este sistema se alinean por alguna razón, mejor dicho, se desalinean por alguna razón.

¿Qué puede hacer? Lamentablemente es el costo de ser un ente racional, sentimental y humano. Mirar el contexto y darse cuenta que no está solo. Situaciones infinitas que fluyen en un ciclo perverso y confuso. Él cree que es el término de un proceso en el cual pasó todo y nada a la vez. Sin embargo, mantiene la ínfima esperanza en aquella frase “contigo lo intentaría una y otra vez”.