14 abr 2017

En las calles de París

Bastó sólo un segundo para que todo se derrumbara.
A veces lo veo cabizbajo merodeando las calles de París,
con una chaqueta sucia, zapatillas cambiadas y una barba que le llega al pecho.

Era la esperanza de muchos,
pero el destino se encargó de derribar y ocultar su vida en lo más profundo de la sociedad.
Se me acerca, me mira y me sonríe.

A veces creo que él es el reflejo de muchas de mis emociones, sentimientos y realidades.
En él, veo mi presente, pasado y futuro.
Me asusta, me aterra, pero me conmueve.
Su olor a tierra y sus manos desgastadas me dejan sin palabras.

Hace dos semanas no que lo veo,
no tuve tiempo de pararme en la esquina y observarlo.
Tengo miedo que se haya ido.