Llegará ese día en el cual no me importe nada más que sólo
caminar y disfrutar el entorno que me rodea. Colores y aromas propios de aquel
lugar místico y encantador. Que la lluvia me empape de pies a cabeza y que renueve mis energías. Que el frío cale
hondo en mis huesos y que el viento no me deje estar erguido sobre aquel lugar.
Que las noches sean infinitas, llenas de pensamientos e ideas bajo esa atenta
mirada del cielo que tanto me gusta. Ya
llegará…