24 jul 2009

Hoshi Saga

Les presento uno de los juegos más entretenidos e interesante que he jugado. Se llama Hoshi Saga y consiste en encontrar, de cualquier manera, una estrella. Son cerca de 250 etapas, en donde el ingenio y la paciencia juegan un rol importante. Les dejo el link para que lo jueguen y se diviertan :)

Hoshi Saga : http://hoshisaga.jp

17 jul 2009

Maldita Adolescencia

El sol brillaba como nunca, corría un aire levemente tibio, era un día hermoso. Era primavera y todo estaba bien. Esta es la historia de un chico que pasó su adolescencia en risas, llantos, lágrimas y odio. Su nombre es Gervasio, tiene 15 años. Es un chico como todos, que se deja llevar por las modas, divertido, inteligente. Pero tiene una cualidad que pocos tienen, me refiero a que el reflexiona y piensa mucho. Ve mucho más allá de cada persona, siempre está observando y luego habla. Puede pasar todo un día acostado en su cama, mirando el techo, solamente pensando y meditando, tomando decisiones que le cambiarán la vida. Un día Gervasio salía del colegio cuando en eso se topa con un amigo del, era Camilo.

Se saludaron y lo invitó a pasear por el parque un rato, Gervasio aceptó. Estuvieron los dos paseando por el parque un buen rato, conversando de la vida y sus experiencias como jóvenes en todos los temas. En eso se encuentran con un grupo de amigos y los invitan a sentarse. Gervasio y Camilo aceptan. Todos estaban contentos y felices. Ya era fin de año, no había pruebas ni tareas, todos estaban relajados. Comían unas frutas y golosinas de moda de ese tiempo. Se reían y contaban las historias del colegio, las profesoras y las copias en las pruebas. Era un momento realmente grato. En eso se acerca un grupo de niñas e interrumpen la ola de carcajadas de los chicos. ¡Hola!, dice una de ellas. Todos se saludaron e invitaron a las niñas a sentarse con ellos. Y nuevamente comenzó el griterío de risas de todos. Contaban cosas que hacían reír a todos. Gervasio por su parte, se encontraba serio y observando al grupo entero. Tenía un cuaderno y lápiz en sus manos, comenzó a dibujar. Comenzó por dibujar un árbol en medio de la nada, con sus hojas caídas y su tronco doblado. Luego le hizo una cruz en la cima y le escribió: Todo pasa por algo, Dios lo quiso así. Y así se pasó la tarde. Ya era tarde todos se tenían que ir para sus casas y así fue. Gervasio sentía algo raro, parecía percibir algo en su cuerpo, algo le pasaría. Al día siguiente se juntaron todos nuevamente en el mismo lugar, esta vez, las niñas llevaron golosinas y gaseosas. Gervasio aún sentía eso extraño en su cuerpo, tenía un poco de temor. En eso observa que al frente suyo, había una niña que lo miraba fijamente a los ojos. Permanecieron así por un largo momento, luego Gervasio se paró y se marchó sin decir nada. La niña se paró y lo siguió. Gervasio al ver que la niña lo seguía, se detuvo y dijo: ¿Qué quieres?, la niña respondió: Me llamo Constanza y me pareces bastante lindo eso es todo, adiós. Gervasio, atónito, cerró los ojos y respiró profundo, luego siguió caminando y se marchó hacia su casa. Estuvo todo el día pensando en eso, era la primera vez que le decían algo así. Se sentía muy bien. Por otro lado la niña averiguó su nombre. Gervasio aún sentía esa piedra en el pecho, era raro. Cuando llegó la noche, se acostó, rezó y se durmió en un sueño profundo. Al otro día despertó muy feliz y con ganas de ver a Constanza, la niña que había conocido en el parque. Se paró de la cama y se fue a duchar. Luego se puso la corbata y camisa de colegio y se fue. Estuvo todo el día pensando en ella, no se podía concentrar en lo que decía su profesor. Miraba a cada rato su reloj; pero el tiempo parecía pasar muy lento. Pero por fin tocaron la campana para salir, fue el momento que Gervasio había esperado todo el día. Se arregló, se echó un poco de perfume y salió con dirección al parque. Iba un poco nervioso, no sabía que le diría cuando estuviera frente a ella. Pero sentía que algo lindo pasaría. Iba caminando muy rápido y mirando sus zapatos, cuando en eso ve que unos zapatos femeninos que se pusieron delante de él. Levantó la mirada y se encontró con la gran sorpresa de que se trataba de Constanza. Se miraron tímidamente y rieron por un rato. Luego Constanza le tomó la mano a Gervasio y le dijo: ¡Sígueme! Y sin decir ninguna palabra, Gervasio se dejó llevar. Constanza miraba hacia atrás cada cierto tiempo y el se sonrojaba y se reía tímidamente con sus mejillas rojas.

Hasta que Constanza paró. Quedaron frente a frente, se escuchaban como respiraban y como latían sus corazones. Constanza cerró los ojos y respiró profundamente por un largo tiempo, mientras Gervasio hacia lo mismo. Los dos entraron en un trance el cual nunca se podrá explicar. Era una sensación realmente hermosa y que llenaba el cuerpo con una tranquilidad enorme. En eso, Gervasio se suelta de las manos de Constanza y toma su cintura, ella, por su parte puso sus manos sobre sus hombros. Lentamente empezaron a acercarse a tal punto de rozar levemente sus labios. No había nadie alrededor, estaban solos en medio de la nada, eran libres de hacer lo que se les antojara. El corazón de Gervasio latía como nunca; era la primera vez que estaba en esa circunstancia. Se sentía bien y muy cómodo. En ese momento la voz de Constanza interrumpe el silencio, y dijo: ¡Bésame! Gervasio quedó sorprendido, pero a la vez, le gustó oír eso. Tomó del cuello de Constanza y la besó apasionadamente, como si se conocieran de toda la vida. Fue un beso eterno y placentero. Los dos estaban en un éxtasis inmenso, sus pechos se agitaban cada vez más. Fue un momento inolvidable. Cuando terminaron se miraron a los ojos, se abrazaron y se despidieron. Gervasio cuando llegó a su casa, se sacó la ropa de colegio y se puso ropa cómoda. Se recostó sobre su cama, cerró los ojos y empezó a recordar lo ocurrido horas atrás. Estaba muy contento y feliz; al parecer había conocido una niña a la cual le gustaba.

Fue así como todos los días se juntaban en el mismo lugar y a la misma hora de siempre, a las 16:30 hrs. En el parque. Fueron meses de alegrías y amores. Los besos entre ellos dos, eran cada vez más apasionados, llenos de amor puro. Los ojos de Gervasio brillaban al ver a Constanza. Sus manos sudaban cada ve que estaba con ella. Cada vez se sentían más enamorados. No podían vivir sin el otro. Un día Gervasio salió más temprano de lo común del Liceo, ya que la profesora de química había faltado. Entonces decidió pasear por el parque, mientras esperaba a su amada Constanza. Se sentó en una banquita, en medio de una hilera de hermosos árboles. En el centro, había una pileta, en la cual dos delfines lanzaban agua por sus bocas. Era un paisaje hermoso, con mucha vegetación, corría un aire levemente tibio y el día era brillante. Gervasio, cerró los ojos, respiró profundamente y comenzó a pensar en ella. Se ría a veces, porque recordaba cosas que hacían en esa pileta. Era un ambiente muy relajador, que te hacía reflexionar y pensar un poco. En ese momento, el silencio fue interrumpido por una gran carcajada de un chico. Gervasio se asustó, porque se estaba quedando dormido. La risa pareciera escucharse detrás de un árbol. Gervasio se paró y caminó para ver que ocurría. Llegó a una orilla del árbol y silenciosamente se asomó, para ver que sucedía. La cara de Gervasio cambió totalmente. Su expresión se volvió atónita. Se puso pálido y su aliento se agudizó. Dejó caer la mochila que llevaba en su mano derecha. Al tocar el suelo, sonó como se quebró el corazón de vidrio que le iba a regalar a Constanza. Al escuchar este ruido, el joven de las carcajadas, se dio vuelta y lo miró. Gervasio estaba mirando inmóvil la escena, no podía creer. El chico pregunta: ¿qué haces aquí? ¡Vete! Pero Constanza dijo: ¡No! Que no se vaya. Gervasio, sin decir ninguna palabra, recogió su mochila y se marchó. Salió corriendo por el hermoso parque, que ahora se tornaba de un ambiente negro y de engaño. Lágrimas caían de sus ojos, sus llantos eran suaves brisas de aire. Su cuerpo se agitaba, su corazón de despedazaba. Corría y corría, sus piernas temblaban, su alma quería gritar y desahogarse. Pero no podía. Había una puerta en su garganta que no dejaba salir sus palabras y expresiones del momento. Corrió hasta la calle Alameda; allí paró, apoyó sus manos en sus rodillas y con la cabeza hacia abajo comenzó a llorar desgarradamente, sin importarle la gente que lo miraba al pasar. Sus ojos estaban hinchados de tanto llorar. Sus piernas estaban cansadas, su corazón latía incesantemente. Su querida amada Constanza, lo había engañado todo este tiempo. Luego de permanecer unos quince minutos así, se levantó y miró hacia el cielo diciendo: ¿por qué me haces esto? ¿Por qué? Bajó la cabeza nuevamente y comenzó a caminar lentamente por la gran Alameda. No miraba a nadie, su mirada solo iba hacia al frente, no pensaba en nada más que en ella. De apoco se fue calmando. La gente lo miraba queriendo saber que le pasaba, pero el era ingrato ante esas miradas. Gervasio ya estaba cansado, no daba más, se sentó en una plaza que había por ahí, se llamaba Plaza Brasil. Se tiró sobre el pasto verde y cerró los ojos. En eso se acuerda que tenía el corazón de vidrio en la mochila, era el regalo que pensaba entregarle a Constanza ese día. Pero estaba roto, ya que cuando cayó la mochila se rompió. Abrió su mochila y encontró el corazón partido en dos. Tomó los pedazos y los miró por un largo tiempo. Luego lanzó una parte muy lejos de allí, con mucha furia y odio. Mientras que con la otra mitad la conservó en su mano derecha. Se acostó nuevamente en el pasto de la plaza y diciendo estas palabras, se despidió de este mundo: "Todo pasa por algo, Dios lo quiso así".
Sin más remedios, tomó el trozo de vidrio y comenzó a cortarse las venas por amor.

(Es un cuento que escribí hace mucho tiempo y creo que es lo mejor que he plasmado en palabras. Gracias por tomarte unos minutos al leerlo)